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"Dentro de cincuenta años, continuaremos envolviendo bocadillos con prensa de pago"
Jaume Roures, que explicó el panorama audiovisual en España, aseguró que, “con más piratería, al cine le quedarán de cinco a diez años de vida”
Jaume Roures, presidente de Mediapro y accionista de referencia de LaSexta y Público, protagonizó en Huesca una interesante jornada en la que explicó los nuevos formatos y el panorama audiovisual, en los Encuentros con el Alto Aragón organizados por la Fundación para el Desarrollo Socioeconómico del Alto Aragón (Fundesa) y DIARIO DEL ALTOARAGÓN con la colaboración de Cámara de Comercio e Industria de Huesca y Ceos-Cepyme Huesca, y el patrocinio de Multicaja, además de la presencia de Javier Tebas, amigo de Roures.
HUESCA.- La cena, en el Restaurante Abadía-Las Torres y vinos de Viñas del Vero, propició un intercambio de pareceres en los que este gran referente de la comunicación abundó en que el reto de la nueva televisión está en vincularse estrechamente con las redes sociales, que con más piratería al cine le quedarán de cinco a diez años de vida, que vamos a asistir a un "proceso lento pero seguro de progresiva desaparición de las televisiones locales" y que, dentro de 50 años, continuaremos "envolviendo bocadillos con prensa de pago". A continuación, reproducimos el contenido del coloquio.
ESTHER PUYAL.- ¿Cómo afectaría a los contenidos de la programación el papel más activo de las audiencias? ¿Existe, tal vez, un riesgo de hacerlos más superficiales, menos rigurosos, menos formativos?
JAUME ROURES.- Una de las líneas de desarrollo de la televisión es la del espectador ya no pasivo, sino activo, el espectador productor y la necesidad del operador de televisión de tener una relación con su "cliente-ciudadano" de otra manera. Esto tiene que ver también con el concepto diferente que tienen las televisiones públicas y algunas privadas de la audiencia. Habrán oído muchas veces una definición que es muy italiana que dice "Yo no hago programas de televisión, yo vendo publicidad". Esta es una moda que hemos importado de Italia, muy nefasta, porque no considera al espectador como un ciudadano, sino como un objeto pasivo que recibe mensajes publicitarios por los cuales yo cobro de un cliente y punto, y ese es el negocio. Como explicaba antes, un aparato que no es de la línea marrón pero que está en nuestra casa en el 99,99% de las casas, forzosamente tiene que cumplir un papel social por el sólo hecho de ser tan masivo. Mucha gente pregunta por qué no hay periódicos públicos, y la respuesta es porque no tienen la misma repercusión en la sociedad que tiene ese aparato que tenemos metido en casa de toda la vida. Por tanto, la relación con el espectador es la relación con el ciudadano y el ciudadano, a pesar de lo que parece en general, no tiene que ser un personaje pasivo, sino activo. Estamos todos aquí porque somos ciudadanos activos, porque, si no, no tendría sentido estar a las doce de la noche cenando bien pero comiéndonos el coco, dándonos explicaciones sobre lo que pensamos sobre diferentes cosas. Esa actividad del ciudadano con respecto a una industria o un lo que sea que está presente en todas las casas tiene que buscar que esa relación sea todavía más estrecha. Si conseguimos que sea más estrecha, será menos banal, será menos acrítica y estará más pegada a la realidad. Si, después, nuestra realidad social es pobre, es responsabilidad nuestra, no de un tercero. Entonces, todos los que estamos aquí tendremos el mismo nivel de culpa y responsabilidad. No será culpa del señor que tiene la tele, sino parte de responsabilidad de la gente que no interrelaciona y no aprovecha ese aparato que le permite difundir sus ideas, pensamientos, actitudes, etcétera, al mayor número de gente posible. Ahí está el reto de la nueva televisión de poder vincularse cada vez más estrechamente con esas redes sociales que cada día se desarrollan más y más.
PREGUNTA.- Existiendo las descargas gratuitas, ¿no cree que el pay-per-view está supeditado al deporte? ¿Está convencido de que el aumento de canales garantizaría un incremento en la calidad de los contenidos cuando ahora se utilizan los canales "secundarios" para emitir reposiciones en vez de generar nuevos contenidos? ¿No se requiere para ello un cambio en la mentalidad del empresario televisivo a bastante largo plazo?
JAUME ROURES.- El tema de las descargas hoy no es un problema para el deporte. Se va contrarrestando en la medida en que se puede. Hay el estímulo del hacker y de las empresas que garantizan la seguridad del sistema. Es una pescadilla que se va mordiendo pero de momento no afecta a la comercialización del fútbol en pago. Es muy diferente el tema del cine. Si seguimos en esta línea que hace que en España seamos el segundo país del mundo, después de China, con más piratería de cine, al cine le quedarán de cinco a diez años de vida, y esto es una desgracia, no sólo para los que producimos o producen cine, sino que creo que es una desgracia cultural y, por tanto, democrática importante. El cine es de los pocos elementos que sustentan y proyectan nuestro imaginario y nuestra cultura, de los pocos que permanecen en el tiempo. La televisión la consumimos y dentro de quince días no nos acordamos de nada, ni siquiera los operadores nos acordamos. En cambio, el cine que tiene un cierto nivel y una cierta calidad permanece durante años y años. Todo esto se está muriendo. Nuestros hijos, cuando piratean, no son conscientes de que eso no está bien y de que se están apropiando de los derechos de alguien. Han nacido en este contexto y les parece absolutamente normal. Como, desgraciadamente, el audiovisual en general y la cinematografía en particular no forman parte del sistema educativo, lo cual es una contradicción porque estamos en el siglo XXI, en el siglo mediatizado absolutamente por las tecnologías de la comunicación y el audiovisual es el eje central de estas tecnologías, todo esto va por ahí pero no tiene nada que ver con la educación que damos en las escuelas. Todo esto es una desgracia y una de las consecuencias es que los más jóvenes no sean capaces de apreciar que una película se tiene que ver en un sitio cerrado, con una gran pantalla, porque el que ha hecho la película ha determinado unas texturas en la imagen, un contraste de colores, un sonido, unos efectos que entran por un lateral y que ilustran un diálogo, y todo eso la televisión lo mata y el ordenador ni lo contempla. Pero esa sensibilidad nosotros mismos la hemos matado al no formar parte de esto. Cuando éramos pequeños, el cine cumplía un papel que ahora no cumple, y lo vivíamos de una manera que ahora no se vive. Pero todo esto se va perdiendo y, con la piratería, si esto sigue así, entre cinco y diez años no hay cine porque nadie puede producir a pérdida. Esto parece un debate ahora sobre la libertad de elección, pero, cuando hace frío, tú no puedes ir a la tienda y llevarte un abrigo por mucho interés general y necesidad de supervivencia que sea. Lo tienes que pagar, y lo mismo debería entenderse con el cine. El tema de las descargas gratuitas afecta gravemente al cine y afectará gravemente a otros contenidos televisivos como las series, pero no creo que, de momento, sea un grave problema para el deporte o para el fútbol en particular. Y lo de más canales y más calidad, hay una responsabilidad fundamental por parte del operador, porque tener más ventanas no quiere decir que des más porquería, pero tiene también más responsabilidad por parte de la audiencia. Al final, en la televisión privada, tienes que equilibrar una cuenta de resultados y la gente tiene tendencia a hacer lo que mejor resultado le da. Todos esos programas que se llaman telebasura se caracterizan en general no sólo porque sean telebasura, sino porque son muy baratos. Juntar una mesa como esta a insultarnos y chillar, es baratísimo, y además en aquellos programas no te dan de cenar, por lo que aún es mucho más barato. El problema es la respuesta de la audiencia. Sí se puede afirmar que en los últimos años, y la caída de Telecinco es ilustrativa, la gente va penalizando más este tipo de programas y buscando otras alternativas más inteligentes o más críticas, o más corrosivas, o que le entretengan más sin hacerle sentir vergüenza.
JOSÉ MIGUEL NASARRE.- Cuando la televisión pública deje de financiarse con la publicidad, ¿esa inversión publicitaria pasará a las televisiones privadas?
JAUME ROURES.- Yo creo que no. De entrada, tenemos un ejemplo en Francia, donde llevan seis meses con ese experimento y lo que han conseguido es que la audiencia de la televisión pública suba un poquito, porque la gente prefiere ver algunas cosas sin anuncios. Yo creo que culturalmente nos va a costar ver cosas sin anuncios. Comernos una hora y tres cuartos de una película o una hora de una serie sin parar para nada nos va a costar de asimilar. Pero las televisiones privadas en Francia han continuado cayendo en inversión publicitaria al mismo ritmo que está cayendo aquí. Y hay cosas muy básicas y muy evidentes. Por eso me he esforzado en explicar cómo se margina a los anunciantes, que es lo que mantenía el sistema, y en esa nueva ley nadie les ha preguntado. Y nadie les ha preguntado a los que hacen publicidad infantil con juguetes. La única cadena que tiene una programación infantil más o menos coherente y permanente es TVE. Si sacan esa publicidad, ¿dónde va a ir esa gente a publicitar sus juguetes o sus videojuegos en las campañas navideñas o pre o post vacaciones? No hay ningún sitio, porque no vas a hacer esa publicidad en Gran Hermano u otro programa. Y, después, el señor de El Corte Inglés, que en Antena 3, por poner un ejemplo, ya tiene dos spots por hora, no le va a meter cuatro, porque su objetivo de acercarse a la audiencia en aquel programa, hora o franja, ya lo cumple con sus dos o tres spots. No tiene por qué doblarlos porque le hayan liberado del otro lado, porque al final el resultado del impacto continúa siendo el mismo. Sí le va a permitir a las privadas subir un poco el precio de la publicidad. Eso va a ocurrir, porque hay más oferta y menos espacio para colocarla y eso les va a permitir mejorar algo. Pero, como la saturación publicitaria, es decir, la franja ya está llena, el único beneficio que van a obtener es ese aumento de precio. Un estudio de una gran multinacional de la comunicación decía que, de esos 520 millones, en las televisiones iban a permanecer 100. Otros cien se iban a repartir en periódicos y revistas y el resto va a desaparecer, con lo cual uno de los objetivos de la ley, que era ese trasvase, no se va a cumplir. También es un poco precipitado, porque, siendo malos, nos estamos preocupando porque el señor Berlusconi ha pasado de ganar 50.000 millones de pesetas en 2007 a ganar sólo 33.000 en el 2008, y ahora le va mal y sólo ganará entre 15 y 20.000 en 2009. No creo que esto sea un problema del país, sino de un señor determinado que no se muere precisamente de hambre, aunque tiene que pagar muchos abogados, pero con ese dinero lo puede pagar seguro.
EUGENIO MONESMA.- ¿Qué va a pasar con las televisiones locales?
JAUME ROURES.- Nosotros, desde el principio del diseño de este nuevo horizonte, apuntábamos que la local sería la víctima del proceso y, entre otras cosas lo decíamos, aunque no se ha aplicado porque habrían desaparecido todas, porque, cuando se definió el proyecto, la televisión local tenía que ser la pionera en el proceso. El tránsito en la TDT empezaba por las televisiones locales, que eran las más débiles del sistema por razones de dimensión. Esto, que era el proyecto, no se aplicó porque, si no, ya no existirían, pero, a pesar de que no se aplicara como tal, continuarán siendo las víctimas de este proceso porque son las que tienen menos recursos para afrontar eso. La proximidad, que era el valor añadido que tenían las locales, se lo comen ya las televisiones autonómicas desde hace tiempo, porque tienen mucha presencia, porque tienen muchos más recursos económicos y de todo tipo. Vamos a asistir a un proceso lento pero seguro de progresiva desaparición de las televisiones locales. Aparte de vivir de esa proximidad, vivían de unas inversiones industriales desde hace muchos años, con un material rudimentario pero ampliamente amortizado en el tiempo, y ahora están obligados a hacer una inversión tecnológica, porque para emitir en TDT tienes que tener unos equipos para los cuales no sirve lo que tenían hasta ahora, tienen que pagar unas tasas que antes no se pagaban, tienen que pagar una red que no sólo no se ha hecho más barata a pesar de circular más gente por el mismo sitio sino que se ha hecho más cara, y todo eso es imposible de mantener para una televisión local. La experiencia catalana que conozco muestra que de entrada se pasó de 120 que existían a 96 que salían a concurso entre privadas y públicas, y muchas de las públicas otorgadas en municipios de alrededor de Barcelona como el Bajo Llobregat han devuelto la licencia porque eran incapaces de tirar adelante su televisión. Es una muestra de que el proceso no va a ser enriquecedor para los locales. También Internet va a jugar un papel ahí porque es un poco más barato y algunas van a sobrevivir no como televisión local, sino como televisión local a través de Internet. La televisión local jugó en España en general un papel no sólo de criadero y formación de profesionales, sino que hubo creatividad, talento e innovación y eso, desgraciadamente, se perderá.
EUGENIO MONESMA.- ¿Qué supondrá este cambio para las pequeñas productoras?
JAUME ROURES.- Ese panorama es un chollo para las productoras. Nunca ha existido una productora grande. Mediapro nació con cuatro personas. Nadie crea una productora donde trabajan mil personas. Todo el mundo empieza de poco y después tiene buena o mala suerte y evoluciona o no. Para las pequeñas, es una gran oportunidad, porque tendrán un amplio abanico de posibilidades si son capaces de generar contenidos interesantes, diferentes, baratos, etcétera, para colocarlos. Ahora es más difícil. Sí hay unas ventas de proximidad más cercanas que seguramente desaparecerán, pero hay ventanas de más amplia difusión que se van a ampliar, y ahí está el reto de meterse. Pero el secreto es el de siempre: tener un par de ideas claras y pocos padrinos, porque al final esto no funciona con padrinos, sino con la audiencia. Es muy negativo focalizarse en aspectos determinados. ¿Por qué creo que nosotros hemos tenido suerte? Porque nos apartamos de la idea de yo soy una productora de series, o de concursos, o de no-sé-qué, que es, en general, lo que existe, porque, entonces, sí que dependes de una persona, de que al director de programas o al de la cadena le guste. Además, segundo, que te dé los medios para producir la serie. Tres, que te coloque en el día y la serie adecuados, porque si te la mete contra CSI u otra, ya puedes haber hecho la serie más maravillosa del mundo, que estás muerto. Y, cuatro, que te la aguante durante tres, cuatro o cinco semanas. La combinación de todos estos factores, partiendo de cero o empezando o teniendo poca tradición, es difícil de tener. ¿Cuál es nuestra idea o nuestra suerte? Que nosotros no hemos trabajado sobre un solo elemento. Hemos hecho ficción, hemos hecho magazín e informativos, hemos hecho documentales y hemos hecho servicios como unidades móviles o satélites, lo que sea. Y, cuando viene una crisis o tienes un problema con una cadena, no dependes de esto. Nosotros no tenemos ningún cliente que implique más de un 5% de nuestra facturación, con lo cual puedes tener un problema con el Paolo Vasile que quieras, que te es igual. Es muy importante no focalizarse sólo en uno de los aspectos que los operadores necesitan, sino buscar ampliar el abanico lo más que se pueda.
JOSÉ ALLUÉ.- ¿Se puede llegar a vender espacios de tiempos para empresas que reflejen su programa, publicidad, expansión, etcétera?
JAUME ROURES.- De entrada, lo que va a haber son 8.400 horas de TVE que antes eran publicidad y ahora tienen que poner contenidos. Si una empresa privada quiere promocionarse, tiene tres vías: una, poner publicidad, que será un poco más cara y no tendrá más efectividad de la que tenía antes; dos, hacer un patrocinio, que es una cosa en la que en este país no estamos muy acostumbrados pero que en los países o más desarrollados o más inteligentes sí que lo están, y entonces estás vinculando un contenido de calidad a la imagen que quieres tener, pero aquí no se utiliza y cuando vemos aquello de "esto lo patrocina no-sé-quién", de hecho es un truco para abrir un nuevo espacio publicitario, porque entonces la televisión puede ampliar la franja de publicidad cinco minutos y pasar de 12 a 17 pero no es patrocinio real; y el tercer nivel en que puedes participar para aprovechar la oportunidad de esa ampliación y multiplicidad de ventanas es generando un contenido que tenga que ver con lo que quieres promocionar, vender o con tu imagen, lo que estaría muy bien pero de momento es muy difícil. Aún no somos capaces de guionizar contenidos que den presencia o imagen a una marca sin que sea directamente publicidad ofensiva para el espectador. Esas son las tres posibilidades abiertas.
JUAN IGNACIO ALFONSO Y DIEGO ISARRE.- ¿Cuál es el futuro de la prensa escrita? Y, por otro lado, las fusiones de las televisiones parecen tener ya proyectos fundados. Si los periódicos nacionales emprenden esta línea, ¿cuál sería su quiniela: El Mundo-ABC, Público-El País, etcétera?
JAUME ROURES.- Lógicamente, soy de los que piensa que la prensa escrita y de pago tiene futuro, porque, si no, no hubiéramos lanzado un periódico hace menos de dos años. Me parece muy aventurado que el amigo Cebrián salga repetidamente a decir eso de que en 20 o 15 años no habrá periódicos, primero porque no lo sabe nadie, pero en segundo lugar porque me parece muy tonto tirarse piedras al negocio de uno. En todo caso, para mí lo que la crisis económica ha evidenciado es la crisis de los modelos tradicionales, mastodónticos, de prensa que se ha ido autocomplaciendo en los últimos 15, 20, 30 o más años, pero no el concepto de prensa escrita y su papel social en nuestras culturas. Ahí hay dos retos que estamos viendo cómo los superamos. El primero es asumir que el periódico ya no es el vehículo fundamental de información, sino que el periódico es un vehículo que liga determinada información a todos los elementos de reflexión que posibiliten que el lector se oriente, no que le orientes tú sobre dónde tiene que ir, sino que le suministres todos los materiales alrededor de una noticia para que pueda sacar su propia conclusión. Y este cambio es el que aún no se está asimilando. El segundo cambio no es contraponer el diario escrito al diario en internet, como se ha hecho, sino ver cuál es la simbiosis adecuada. He de confesar que nosotros, que al ser más jóvenes en nacimiento del periódico deberíamos ser más innovadores, aún no lo hemos conseguido, porque no se trata de reproducir lo mismo ni hacer las noticias más cortas, sino saber en cada momento una, que el lector la información pura la recibe ahora más a través de Internet y de la radio que a través del periódico escrito, y, por tanto, que te tienes que avanzar en generar esa información continuamente pero, al mismo tiempo, no le tienes que decir que mañana te diré en papel todos los elementos que esa información genera, sino que, como mínimo, se los tienes que ir avanzando, lógicamente no de manera tan desarrollada porque tampoco tienes tiempo de generar todo el tratamiento de la información, pero que el objetivo conjunto del papel y el digital es lo que intentamos hacer: que la información te lleve al conocimiento. Ese es el reto y es necesario desde el punto de vista social y la gente lo busca. Se diga lo que se diga, y nosotros estuvimos analizando los últimos quince años de la prensa de pago, cada día se vende más prensa de pago. Hubo la salida de los periódicos gratuitos, que para mí no es tanto prensa, pero que en todo caso no han jugado un papel negativo, sino el positivo de empezar a meter en la lectura de prensa sobre todo a jóvenes que, si no, nunca hubieran cogido un periódico "de los de verdad". Y esto les ayudó a hacer un primer paso, pero es un modelo de negocio que ni desde el punto de vista de la prensa de calidad ni desde el de la de menos calidad se sostiene. Ya se está viendo que hay crisis en la prensa de pago, pero hay más crisis en la prensa gratuita. En todo caso, han ayudado a dar ese escalón. Para concretar, seamos capaces de generar de la información el conocimiento y olvidémonos del periódico como un summum de breves noticias o reportajes, sino cómo envolvemos esa información para que la gente pueda sacar sus conclusiones, y eso quiere decir también menos editoriales entre otras cosas porque nadie en un periódico es capaz de dar respuesta sobre la crisis de IBM, el tsunami de Malasia o lo que sea. Y, dos, sepamos encontrar la realimentación constante entre la versión digital y la de papel. Pero yo estoy convencido de que, dentro de 50 años, continuaremos envolviendo bocadillos con prensa de pago.
En lo de las fusiones, son niveles muy diferentes. Es evidente, y no lo relaciono directamente con los periódicos, en el supuesto de que el audiovisual de Prisa y el nuestro se fusionaran, las alternativas que le quedan a Antena 3 y Telecinco son con ABC y Net y El Mundo y Veo Televisión. No sé si llamarlas sinergias o simpatías, pero en el mapa habrá algún tipo de proximidad o de rechazo, pero es evidente que de alguna manera va a afectar, pero operaciones empresariales no quiero decir raras sino inacostumbradas existen. La Razón y el Avui son del mismo propietario y editor. Podemos ver cosas que ahora parece que no pueden salir, pero luego salen.
BLANCA FERNÁNDEZ-GALIANO.- ¿Qué problema ve en las descargas de películas? ¿Qué opina sobre el "famoso" canon?
JAUME ROURES.- Estoy de acuerdo en la existencia de la SGAE, aunque creo que debería ser una entidad pública. La entidad que fije los precios y las condiciones de retribución de los generadores de contenidos musicales u otros, y para que ese proceso sea transparente, claro y genere beneficio social, tendría que ser pública, y más si parte de esas contribuciones vienen de cánones que instaura la administración para beneficiar a esa sociedad para dotarla de más presencia, solvencia o lo que sea. Por tanto, creo que los autores tienen derecho a buscar la recuperación de la difusión de su talento, pero creo que lo más adecuado, lo menos sospechoso y lo que menos se penalizaría y criminalizaría es si esa entidad fuese pública. Fuera de ahí, la única crítica a la SGAE es que hay métodos que no se tienen que utilizar, no sólo lo que tenga que ver con actividades benéficas, sino partiendo de la base de que mucha gente no sabe que, cuando hace una cosa, está perjudicando a un tercero, y no hace falta meterle detectives en su boda para ver si bailan o no. Si fuese una empresa pública, eso no debería ocurrir. Y, en el tema de las descargas, tiene que ver con la SGAE y el derecho de productores de contenidos a ser remunerados por ello. Se tiene que resolver, porque se está poniendo en peligro toda una industria y centenares de miles de puestos de trabajo y se está deseducando al ciudadano con la percepción de que tú te puedes apropiar de lo que es de otros sin ningún tipo de contrapartida o contemplación. Y tampoco es tan difícil. Los gobiernos desgraciadamente son sensibles a esas teóricas presiones de millones de internautas que después tampoco se concretan en nada más allá de esos desagradables insultos que salen en chats o foros, que es algo que también se lo tendría que hacer mirar la gente. Pero no se puede ser sensible a esto y poner en peligro industrias, culturas, imaginarios y puestos de trabajo. Y, cuanto más se tarde, más difícil es intervenir, sea a través de los jueces o de las operadoras de telecomunicaciones... De la misma manera que no aceptamos que se robe el fino, que está muy bien y a todo el mundo le gusta, no tiene por qué robarse los productos y contenidos que la gente genere.
MIGUEL ÁNGEL PIÑERO.- Usted es un experto en medios de comunicación. Aragón, junto con las regiones vecinas del sur de Francia, impulsa un gran proyecto de travesía ferroviaria bajo los Pirineos. ¿Qué recomendaciones haría si quisiera promover un proyecto de esa envergadura en los medios de comunicación audiovisuales?
JAUME ROURES.- Nuestras administraciones siempre tienden a poner puertas al campo en el tema audiovisuales, que es el campo en el que menos puertas se pueden poner, porque viaja por el aire y por todos los sitios y además es muy contradictorio. Tú puedes hacer una televisión por satélite y no necesitas ninguna autorización de nadie. Sólo tienes que llegar a un acuerdo con una empresa de telecomunicaciones, alquilar un transpondedor que no es precisamente lo más caro, y emitir desde cualquier país europeo lo que quieras, y nadie te puede prohibir ni necesitas autorización de nadie. En cambio, para crear estructuras audiovisuales de difusión de proximidad, de relación interregional o transfronteriza próxima, no es sólo que necesites autorizaciones, sino que no te las dan, y no sólo eso, sino que configuran las redes de difusión y distribución de las señales de manera que sean imposibles. Es eso de España es diferente, pero en lo negativo, no en lo positivo. ¿Por qué no podemos ver todas las televisiones autonómicas, y que la gente escoja si quiere ver los programas de flamenco de Canal Sur o las series gallegas que tienen mucha audiencia en Galicia pero no sé si me gustarían o no? Esto es fomentar la cultura, la comunicación, la interrelación entre la gente. Aquí siempre, no sé por qué, nos empeñamos en llevar la dinámica contraria, y eso es posible y barato, pero la voluntad política siempre va en contra de eso, sea del color que sea.
MIGUEL LUCAS.- Si después de las alegrías económicas de algunos directivos del fútbol, se produce la quiebra de algún equipo, ¿se dejará desaparecer o lo pagaremos a "escote" entre todos como la vez anterior (el paso a Sociedades Anónimas Deportivas? Y, segundo, ¿el problema de la alta definición es que hace falta el doble de ancho de banda o que volvamos a cambiar de televisión dentro de ocho años?
JAUME ROURES.- El tema de los equipos de fútbol, que venimos de un proceso histórico largo, de las SAD en el 88 u 89 o por ahí, parte de esa ley que se hizo para resolver los problemas que había creado el Mundial de Fútbol en la remodelación de los estadios entre otras cosas. Después vino el tema de los derechos televisivos, después las operaciones inmobiliarias, la televisión continúa presente y yo recuerdo que, cuando hicimos el segundo gran contrato de televisión, que era de 250.000 millones de pesetas, cinco años a 50.000 millones, los clubes debían 250.000 millones, las teles los pusieron y se acabó el proceso y los clubes debían 500.000 millones. De ahí vinieron las operaciones inmobiliarias, que a algunos les han ido bien y a otros no tanto, y luego vino la televisión. Los clubes tienen que serenarse, porque tienen que ser tratados como negocios. Todo el mundo sabe que hay un componente sentimental, pero yo también podría decir que en mi cadena de televisión hay un componente sentimental y eso no me autorizaría a tener un desfase entre los ingresos y los gastos. Contradictoriamente, la Ley Bossman del 95-96, que permitía fichar a jugadores europeos como nacionales, intentaba dar un vuelco al fútbol y que fuera más barato, ya que, al ampliarse el mercado, había más oferta y por tanto no había que pagar bestialidades por los traspasos. Recuerdo un gran jugador como Romario que vendió el PSV al Barcelona por 450 millones de pesetas, unos 3 millones de euros, y ese efecto de la Ley Bossman generó un efecto contrario: lo que tenía que abaratarse, se encareció. Sin ánimo de ser muy desagradable, es que además el fútbol tiene un problema de corrupción importante: muchos fichajes que cubren o acompañan comisiones milmillonarias para mucha gente, que no son sólo los agentes de los jugadores. Lo que genera no es sólo que alguien se lleva dinero que no se debería llevar, sino que los precios se encarecen porque así hay más gente y más dinero a repartir, pero esa dinámica no forma parte de la lógica del mercado, que debiera ser más barato y asequible y ese dinero que se retrae no va al fútbol, sino a otros sitios. Si fuera al fútbol, se supondría que el Manchester se lo gastará el dinero en fichar a otros jugadores de otros clubes y alguien recibirá un dinero. Eso se tiene que normalizar. También hay que decir que el fútbol tiene cien años y llevamos 50 diciendo que está en crisis, pero continúa existiendo y esto forma parte de su fortaleza y de su papel social. Sería más fuerte y jugaría un papel social más importante si fuéramos capaces de limpiar el fútbol de toda esa cosa que le rodea.
En cuanto a la alta definición, el operador no tiene canales para emitirla, lo que va a hacer que no tengamos alta definición fuera de lo que es Digital + en HD y algunas ofertas de cable. En la televisión normal no vamos a tener alta definición yo creo que en muchos años. Yo recomiendo que la gente compre los aparatos con la alta definición incorporada porque, aunque sea poco a poco o de manera parcial, muchos operadores van a poner contenidos en alta definición para dar mayor valor añadido a su oferta. El 3D es un proceso más lento, se ha puesto en el cine y es incómodo porque si has de estar dos horas con esas gafitas te escuecen un poco los ojos. Pero también se ha hecho para evitar la piratería. De momento, el 3D no es pirateable y a las Majors americanas, que son las que están generando contenidos y películas en tres dimensiones, les da un poco de tranquilidad. En televisión, es diferente porque un televisor para ver en 3D el más barato vale más de 1.000 euros y la producción en 3D es muy diferente de lo habitual. Nosotros ahora producimos en Alta Definición y el espectador, aunque lo vea en un televisor normal, lo ve bien porque el tipo de realización de planos y secuencias que haces son las mismas en dos formatos. En cambio, en 3D la realización cambia cualitativamente, se tiene que hacer desde mucho más abajo porque así es como ves los jugadores y la pelota cómo se acercan. Para degustar las tres dimensiones, tiene que ser otro tipo de operación que es incompatible con la de alta definición o la televisión normal. Por tanto, eso va a tardar bastante, y se tiene que desarrollar aún tecnológicamente porque el tema de las gafas todavía no está bien resuelto.
PREGUNTA.- ¿Cuándo nos hacen una película de Agustina de Aragón? Ahora que celebramos centenario o bicentenario, Fernando Mendoza acaba de editar un libro tipo cómic muy chulo, que puede servir de orientación.
JAUME ROURES.- Para sorpresa suya, le diré que hace un año y medio estuve en negociaciones con el Gobierno de Aragón. Ellos tenían un proyecto con otra gente sobre Agustina de Aragón que, si no recuerdo mal, era catalana, un proyecto que habían avalado y se fue un poco al traste e intentamos recuperar esto. No doy la batalla por perdida. Como el Gobierno de Aragón, racionalmente, no puede hacer como el Gobierno de Madrid que le dio 15 millones al señor Garci para hacer la película del 2 de mayo que después nadie fue a ver, fueron 70.000 personas, para hacer este tipo de películas que sirve para Agustina de Aragón o el 1714 catalán u otras efemérides, resultan caras y no son fáciles de levantar. El presupuesto mínimo para hacer bien una película de esas características ronda los 15 millones de euros y ahora no hay películas de quince millones de euros. Pero no tiramos la toalla, somos perseverantes por naturaleza.
PREGUNTA.- Gracias por haber montado en la tele el Gran Premio de Motos.
JAUME ROURES.- Fue muy rentable, pero hace muchos años que no lo hago. Lo monté, pero cuando empecé con Mediapro lo dejamos. Es que la empresa que montamos para hacer eso fue comprada por el señor Mario Conde y, como yo no quería salir en una foto en la que no tenía nada que ver, hicimos Mediapro. Nos fuimos cuatro de Dorna cuando entró Mario Conde y empezamos Mediapro no con el intento de hacer lo que hemos hecho, sino estar tranquilo y hacer las cosas que creíamos que teníamos que hacer y no depender de gente de esa categoría.