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HUESCA.- Este acontecimiento de debate, recordamos, es organizado desde hace
más de siete años por la Fundación para el Desarrollo Socioeconómico
de Aragón (Fundesa) y DIARIO DEL ALTOARAGÓN, con la colaboración
de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de la provincia de Huesca y la
Confederación de Empresarios de la provincia de Huesca (Ceos-Cepyme Huesca).
No quisieron perderse esta cita de debate, además de personas vinculadas al
sector agroalimentario y más concretamente del sector primario, el consejero
de Agricultura y Alimentación del Gobierno de Aragón, Modesto Lobón;
la alcaldesa de Huesca, Ana Alós; el presidente de Fundesa, Manuel Rodríguez
Chesa; el director general de DIARIO DEL ALTOARAGÓN, Juan Ignacio Alfonso;
y el vicepresidente de Ceos-Cepyme, Fernando Palacín, y José María
Andreu en representación de la Cámara. En la mesa también les acompañó
Joaquín Arana, responsable de Relaciones Externas de Mercadona en Aragón,
La Rioja, Soria y Navarra, compañía que es precisamente uno de los principales
integrantes del Foro Interalimentario.
También respondió a la invitación Juan José Badiola, catedrático
de Sanidad Animal de la Universidad de Zaragoza, quien también intervino para
apuntar más detalles a algunas de las cuestiones a sugerencia del conferenciante
habida cuenta su autoridad en la materia.
Este es el contenido del coloquio que siguió a la cena en los salones del Abba
Huesca.
PREGUNTA (JORGE GÓMEZ).- ¿La normativa y legislación alimentario
española y europea es suficiente? En concreto, ¿se necesita normativizar
algo más la trazabilidad, actualmente más recomendación que norma?
RESPUESTA (JOSÉ IGNACIO ARRANZ).- No es más recomendación que norma,
es una norma obligatoria antes del Reglamento 178/2002 de higiene. No hay que normativizarla
más sino, por un lado, lo que se interpreta con claridad y raciocinio, exigirlo.
Otra cuestión es cómo podemos aplicar la trazabilidad en determinados
aspectos en los que algunas estructuras demasiado sofisticadas chirrían. La
trazabilidad que puede resultarle familiar al mundo de los moluscos de las depuradoras,
que nos llegan a casa en esas mallas amarillas, resulta difícil aplicarla en
cajas de chirimoyas para su exportación. Desde mi punto de vista no hay que
legislar más, lo que hay que hacer es racionalizar que se pueda hacer, y que
verdaderamente esa herramienta sirva para lo que tiene que servir.
RESPUESTA (JUAN JOSÉ BADIOLA).- Probablemente haya más normas de las que
podamos soportar y digerir, y haya que hacer un proceso progresivo de irlas estudiando
y racionalizando un poco más.
P.- ¿Hasta que punto es importante la competencia en el mercado? ¿Estamos
caminando hacia algún tipo de monopolio? ¿Las grandes empresas pueden
eliminar a los pequeños productores? En su caso, ¿sería bueno para
el consumidor?
R.- El modelo de la cadena de valor que he explicado es radicalmente contrario a
la desaparición de las empresas pequeñas. Desde ese punto de vista no
hace peligrar la diversidad, sino que la potencia. Todo aquello que termina siendo
monopolista no es bueno para el consumidor. Hemos podido comprobar cómo los
productores pequeños y las pequeñas y medianas empresas que están
en la base del tejido empresarial se pueden integrar perfectamente en las cadenas
y hacer un servicio excelente. Lo que pasa es que hay que brindarles la seguridad
y el marco estable para que lo hagan. Poder contar con empresas pequeñas que
son sabias en lo que hacen es importante. No es una cuestión de magnitudes,
sino de calidades, y la realidad española va mucho por allí. No somos
un país de siete u ocho grandes empresas, sino de pequeñas y medianas
empresas, y más en la parte baja de la cadena, que hay que subirlas al carro
y que puedan integrarse y sentirse amparadas por otros eslabones que les van a comprar
su producción. No creo que estemos evolucionando hacia un proceso de "limpieza
étnica" de unas empresas que no alcancen una cierta dimensión.
P.- ¿Cree que la cultura de la seguridad alimentaria se ha desarrollado de
una manera lineal o ha sido a golpe de problemas y algunos escándalos, o bien
han intervenido todas las empresas que forman parte de la cadena de valor y las
organizaciones de consumidores de España?
R.- El papel de todos los agentes ha sido muy importante. La mayoría de la
población piensa que la seguridad alimentaria es algo a lo que hay que atender
cuando tenemos crisis, y eso no es así. Es una labor callada, que se va haciendo
día a día, y mucha gente sigue sin entenderlo. La seguridad alimentaria,
es como la salud, y tiene vocación de continuidad, sin sobresaltos. Puede que
hayamos madurado también a golpes, pero en el estado de madurez actual deberíamos
aspirar a que la gente tenga una mayor percepción de continuidad, que es una
cosa de todos los días, que se construye haya o no haya crisis, y eso creo
que no está logrado.
P.- Existe el falso concepto en determinados alimentos, como es el caso de la agricultura
ecológica, de que la seguridad alimentaria cuesta dinero. ¿Es eso cierto?
R.- La seguridad alimentaria añade valor, pero también cuesta dinero,
lo cual no quiere decir que haya que sobrecargar gratuitamente los productos. No
podemos hacer alimentos de dos velocidades, la sociedad no lo quiere y no lo admite.
Evidentemente hay que gastarse dinero, pero hay que funcionar con un sistema binario,
es seguro o no es seguro, y la seguridad ha de ser consustancial a la salida al
mercado. Hay que intentar buscar la máxima eficiencia para que esas garantías
de seguridad no tengan un encarecimiento gracial en el producto, y del que se podría
prescindir. No voy criticar los métodos de producción ecológica,
pero que se usen métodos tradicionales, no significa que hagan productos nocivos,
pero el consumidor tiene que saber que si los dos están en el mercado es porque
son seguros y nutricionalmente son equivalentes. La agricultura ecológica nunca
presumió de tener mejor aprovechamiento nutricional que la convencional, sí
presumió de más naturalidad.
P.- Dentro de los eslabones de la cadena de valor, ¿hay alguna parte que encarezca
su aportación en seguridad?
R.- En el modelo integral por el que apostamos, intentamos que no sea así,
y que cada uno sea sabio en aquello en lo que tiene que serlo. La gestión de
los plaguicidas en un cultivo hortofrutícola quien mejor la puede hacer es
el agricultor, y no se trata de que la industria de transformación tenga un
control de los residuos. Lo que no puede haber son traslaciones de responsabilidad.
Venimos de un modelo en el que a la primera parte de la cadena se le demandaba,
fundamentalmente, producir cantidad y, en el mejor de los casos, calidad, y la seguridad
venía después. Eso está superado, y la producción primaria,
a la que hemos sometido a una presión muy fuerte, se ha convertido en agente
de la seguridad alimentaria, que lo han recorrido en un periodo mucho más corto.
La industria de transformación ha tenido muchos más años para sedimentarlo.
EL productor primario se ha tenido que hacer consciente a marchas forzadas de que
eso que está allí termina en mi plato, y que él genera seguridad.
Este punto de inflexión radical en Europa empieza por el año 2000, y prácticamente
están a nivel. Pero, efectivamente, sí ha habido descompensaciones y traslaciones
de responsabilidad.
P.- ¿Qué opinión le merece el márquetin que existe de cara a
promocionar los alimentos por sus ventajas o conveniencia para mejorar, prevenir
o curar enfermedades? ¿Se está usando el tema de la salud para introducir
alimentos en la cesta de la compra?
R.- Se está usando, lo cual no quiere decir que sea ilegítimo, lo que
hay que hacer es que todo lo que se diga es que tiene que estar sustanciado por
la evidencia científica y, además, es importante que el consumidor conozca
la diferencia de la investigación básica a la aplicada. Puedes ver a nivel
puramente experimental que tal sustancia, en función de su estructura, tiene
una actividad que repercute positivamente en alguna función fisiológica,
pero tenemos que llegar a caracterizar eso en mí. Eso es un poco lo que falla.
No me parece mal que haya una línea de promoción de los productos basada
en propiedades saludables en lo nutricional y en lo fisiológico, pero creo
que no se le hace demasiado bien a la sociedad si se le lleva a una medicalización
excesiva de la alimentación. Hay productos que tienen una labor y una acción
potencialmente beneficiosa, pero creo que es importante que se le diga al consumidor
en qué condiciones. No es mala esta estrategia de márquetin, pero hay
que fundamentarla en la ciencia; la relación dosis-efecto.
P.-Con cierta frecuencia se denuncia a las grandes distribuidoras de ofrecer "productos
gancho" de venta a pérdidas, en casos como la leche o el aceite. ¿Qué
le parece?
R.- Una canallada, y como los socios del Foro Interalimentario no somos la gran
distribución, no jugamos a eso. Mercadona no hace venta a pérdidas, y
no se utilizan productos reclamo. Con las cosas de comer, nunca se juega.
P (MIGUEL LUCAS).- Si está tan claro el futuro económico de las empresas
agroalimentarias y turísticas, ¿por qué todos los gobiernos apuestan
por la industria del automóvil o similares? Aparte, ¿qué opina de
todos esos productos bio que las asociaciones de consumidores se encargan de demostrar
como inútiles?
R.- Somos un país que tiene un papel estratégico fundamental en lo agrícola
y ganadero, vamos a cuidarlo y explotarlo. Eso no se debe descuidar. Respecto a
los productos bio, habrá de todo, unos que respondan a aquello que alegan y
los que no. Los primeros, bien están en el mercado y que el consumidor decida.
P (JOSÉ FERNANDO LUNA, ASAJA).- Han dicho que eran importantes los consumidores
y productores, ¿qué le parece la iniciativa de Asaja de pedir una asignatura
de agroalimentación en la escuela para educar en la alimentación a futuras
generaciones?
R.- En alguna ocasión lo he propuesto, en relación al tema de la seguridad
alimentaria, pero las autoridades competentes en materia educativa me dijeron que
había tal cantidad de materias que no se podían incorporar en las asignaturas
troncales, no les quedará tiempo para estudiar Matemáticas. En el panorama
curricular de los niños, que ya van cargados, hay que ser muy ingenioso e ir
impregnando con una formación troncal. Enseñar a los niños a comer
no es una cosa baladí, ni en tema de seguridad ni en nutrición. Si se
le pueden dar una serie de pautas, y que además sepa que el Cola-Cao no sale
de vacas negras ni vacas blancas, le conviene.
P.- ¿Qué le diría a los productores y suministradores de nuestra
Comunidad Autónoma con los que en determinados momentos empresas como Mercadona
han buscado que se atrevieran a dar el paso de colocar en sus lineales y superficies
importantes sus productos?
R.- La producción primaria debe, de alguna manera, poner en valor su propia
profesionalidad. Lo que no tienen que tener esa reticencia o complejo, son productores
de productos que van a al plato de los ciudadanos. Necesita seguridad, un compañero
de viaje con quien compartir unas reglas de juego y tener una relación transparente
y, si eso se logra, el despegue está asegurado. Despegar sólo es complicado,
pero tiene que embarcarse en una mentalidad empresarial e intentar producir aquello
que el consumidor va a demandar. Lo esencial es recorrer ese camino acompañado,
y esa es la cadena integrada.
P.- ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades que aprecia en la industria
agroalimentaria española? ¿Exporta con suficiente fuerza y es competitiva
en el contexto mundial?
R.- Tenemos la suerte de tener una latitud y longitud, y unas condiciones que nos
permiten tener una paleta de colores excelente. Eso es una fortalece importante.
¿Debilidades? Hay que dar un cierto salto para tener una mentalidad empresarial.
El productor tiene que sentirse parte de la cadena y entrar en ese proceso. A veces
el exceso de dispersión tampoco es bueno, y la manera de organizarse sitúa
en mucha mejor posición a la hora de comprar ciertas materias primas y reducir
determinados consumos. En España hay demasiadas cooperativas. Otra debilidad
es la obsesión de construir las cadenas de arriba abajo, en lugar de abajo
a arriba, y producir lo que la sociedad demanda. Eso se arreglará, pero lo
de la dispersión es más complicado y, a veces, sitúa en determinadas
posiciones de debilidad, no ante la mal llamada gran distribución sino ante
el puro entorno. Una debilidad en la que se puede trabajar.
Tras el coloquio con José Ignacio Arranz, como viene siendo habitual, tras
responder a las preguntas de los asistentes, el ponente fue obsequiado por una de
las esculturas del oscense Vicente García Plana, que recibió de manos
del consejero de Agricultura y Alimentación, Modesto Lobón, y del director
gerente de Fundesa, José Miguel Nasarre. El conferenciante elogió la iniciativa
de debate Encuentros con el Alto Aragón, un foro que le pareció muy productivo
en ideas y en el que dijo haberse encontrado muy a gusto.
Fuente: Diario del AltoAragón