Moracho traslada que el tesón en el tartán es válido en los negocios
El ex atleta montisonense destacó que la lucha contra el dopaje es `inexcusable`

En marzo de 1986, el montisonense Javier Moracho consiguió la medalla de oro de 60 metros vallas en el Campeonato de Europa Absoluto de Pista Cubierta, y lo hizo de una forma espectacular, pues nada más cruzar la meta cayó lesionado y tuvo que abandonar la pista en brazos de sus compañeros. Ya con la medalla colgada al cuello, declaró: `Me ha pegado un tirón al atacar la última valla, pero en un Campeonato de Europa, cuando vas el primero no puedes parar. Da lo mismo romperse o no`.

MONZÓN.- El ex atleta con historial de tres participaciones olímpicas (Moscú, Los Ángeles y Seúl) protagonizó ayer en el Auditorio San Francisco de su ciudad natal la trigésima edición de `Diáspora Altoaragonesa` organizada por la Fundación para el Desarrollo Socioeconómico del Alto Aragón (Fundesa) y DIARIO DEL ALTORAGÓN. En esta ocasión oficiaron de patrocinadores la Comarca del Cinca Medio, el Ayuntamiento de Monzón, Ceos-Cepyme Cinca Medio y la Asociación de Comercio. Acompañaron al ponente en la mesa el presidente de Fundesa, José Miguel Nasarre, el presidente comarcal, José Ángel Solans, el concejal de Fomento, Javier Vilarrubí, y el subdirector de este periódico, Javier García Antón, en labores de moderador. Asistieron unas doscientas personas, y el colofón fue una cena-coloquio en el restaurante Piscis.

Para caldear el ambiente, el corresponsal deportivo de DIARIO DEL ALTOARAGÓN en el Cinca Medio, Antonio Martínez, glosó la vida y milagros de Moracho con un discurso emotivo en el que los dígitos de las marcas brillaron por su ausencia y abundaron las anécdotas y pasajes entrañables, tal como procedía. `Es una persona íntegra y en la pista nunca le gustó llegar el último. En la vida, tampoco`, dijo el telonero. Al término de la presentación, Antonio y Javier se fundieron en un abrazo.

Moracho, delegado de la firma `Unipublic` para Aragón y Cataluña, organizador de 19 ediciones de la Vuelta Ciclista a España (anunció que la etapa prólogo de la vigésima se disputará en Holanda) y comentarista de la cadena de televisión Eurosport, atacó el tema `Deporte y Empresa` desde la perspectiva de su propia experiencia. Sin llevar la afirmación a titulares, dijo que en los despachos los ex deportistas `se entienden antes y mejor`, como dando a entender que la filosofía de tesón y lucha del tartán es completamente válida en los negocios. `La clave radica en levantarse cada día con ilusión`, enfatizó.

La primera parte de la conferencia versó sobre los Juegos Olímpicos y su poder mediático, lo que se conlleva la `intromisión` de la política. Citó las `problemáticas` citas de Berlín (Hitler), México (Black Power), Munich (asesinato de atletas judíos), Moscú (boicot de EEUU) y Los Ángeles (boicot de Rusia), y se manifestó en contra de tales intromisiones `por respeto al trabajo de los deportistas`. Por otro lado, aplaudió el vuelco que le dio Samaranch al olimpismo al dar carta blanca a los profesionales. `Era nuestro trabajo y había que sacarle rendimiento. Fui el primero de mi generación que cobró por calzar unas zapatillas de determinada marca. Y empezamos a percibir un fijo por salida, algo que hoy es completamente normal`.

El deporte mejora la salud de la sociedad y la dota de dinamismo, y fomenta el compañerismo. A su sombra nacen empresas, `y un estadio construido representa un hospital ahorrado`. El `homo economicista` se ha ensamblado con el `homo deportivo`. Todo vale porque el deporte, al menos para una élite, es oficio. Todo menos el dopaje, la trampa (metáforas de las malas prácticas empresariales). `Yo compartí encuentros deportivos con Ben Jonson, y el único calificativo que le apropió es el de tramposo. En la élite, unas décimas de segundo separan el anonimato del cuarto puesto de los contratos por 500 millones de pesetas que consigues por el primero. La lucha contra el dopaje es primordial, inexcusable`, concluyó.

Moracho dejó un buen sabor de boca. No tropezó como en la final de 1986 y salió de la sala entre aplausos. No le gusta ser de los últimos. Ni tan siquiera como conferenciante.

F.J.P.